Para visitar el parque hemos decidido coger un "water taxi" que nos llevará hasta el extremo norte de este para visitar las colonias de focas y, ya de vuelta, nos dejará en una bahía desde donde podremos hacer andando parte de la ruta "Abel Tasman Track". Lo más curioso del parque es el color de la arena de las playas, de un dorado muy pronunciado, que al parecer es debido a la composición geológica del suelo, que contrasta muchísimo con el verde la vegetación y el azul del agua.
El viaje de ida ha sido muy movido, el mar estaba picadísmo y el catamarán en el que ibamos iba pegando unas cabezadas que te levantaban el culo del asiento, Monika se lo ha pasado en grande, pero yo he estado a punto de echar hasta la primera papilla.
El pateo que hemos hecho iba siguiendo la línea de la costa y asomandose a distintas calas donde había paradisiacas playas de arena dorada, lástima que ha llovido durante un buen rato y no lo hemos podido disfrutar como nos hubiera gustado. Este parque tambien es famoso porque es una reserva de aves, aunque como no entendemos mucho del tema no hemos sabido apreciarlo.
Al parecer esta zona de NZ es el destino favorito de la gente de aquí para pasar las vacaciones de verano, desde luego las playas son increibles, todas rodeadas de bosque y con una aspecto muy "salvaje", aunque me parece que la temperatura del agua no debe ser como la del Mediterraneo...
Ya por la tarde nos ha recogido de nuevo el taxi "aquático" y nos ha llevado de vuelta a la costa (no os lo he dicho antes, pero el acceso al parque está muy controlado, y la mejor forma de visitarlo es por mar).
De nuevo en la caravana, hemos salido con destino a Picton, donde mañana cogeremos el ferry que nos llevará a Wellington, ya en la isla norte.
Atrás quedan 3.000 km por la isla sur, todo un lujo para los cinco sentidos ;-)
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